Se acabaron los juegos. Se acabaron las bombas.
Se acabaron las caminatas. Se acabó la diversión. Se acabó la natación.
67. Eso son 17 años después de los 50. 17 más de los que necesitaba o quería.
Aburrido. Siempre estoy de mal humor. Nada de diversión, para nadie.
67. Te estás volviendo codicioso. Actúa como si fueras viejo.
Relájate, esto no te dolerá.
vivió cuatro días más y luego, en su “complejo fortificado” en Owl Farm, Woody Creek, Colorado, se disparó en la cabeza.
Su funeral fue tan característico como su muerte. Las cenizas fueron lanzadas al cielo desde un cañón situado en lo alto de una torre de 47 metros de altura que él mismo diseñó, con el acompañamiento de fuegos artificiales y la música de «Spirit in the Sky» de Norman Greenbaum y «Mr. Tambourine Man» de Bob Dylan.
Hunter S. Thompson se despidió del mundo. Las últimas palabras nunca son más decisivamente definitivas que cuando se pronuncian como nota de suicidio. En ellas no hay espacio para el artificio ni para la posteridad, son el instante en que la voz de un hombre se estrecha contra su propio límite: Relax – This won’t hurt.